Nuevas consideraciones sobre la determinación de las nacientes del río Gallegos. Comunidad científica y la burocratización corporativa de la verdad.
Roberto Hilson Foot

Investigación y trabajo de campo:

Cuenca del Río Gallegos Enero 2012:
Sol Sebastián
Gonzalo Molinari
Tomás Bradley
Nayi Awada
Nicolás Tarelli
Roberto Hilson Foot

Cuencas del Río Gallegos – Laguna Azul Enero 2016:
Nayi Awada
Roberto Hilson Foot

Cuencas del Río Turbio y del Río Gallegos Enero 2018:
Roberto Hilson Foot

Fotografías:
Roberto Hilson Foot (Enero 2012)

Agradecimientos:
A Graciela Campaña por la información brindada en la Casa de la Provincia de Santa Cruz.

Bibliografía

I

     Esta cuestión acerca de la naciente del río Gallegos, que en principio no parece un problema muy complejo, por algunos errores en publicaciones de los últimos años y por cierta rigidez corporativa de la comunidad científica se han generado confusiones innecesarias, por ejemplo, a partir del Documento de Cuenca Nº 72 de la Subsecretaría de Recursos Hídricos del Sistema Nacional de Información Hídrica. Procuramos por medio del trabajo de campo, utilizando la información satelital y cartográfica, recurriendo a la revisión de la bibliografía disponible y a los aportes de las observaciones fruto de las expediciones que emprendimos a la zona, poder subsanar esas confusiones o silencios para evitar futuros errores.
      Adicionalmente o junto con esa determinación empírica y conceptual, haremos una consideración acerca de la peligrosa transformación de los enunciados, que debieran entenderse como descriptivos de Thomas Kuhn (1922-1996) sobre las características de las comunidades científicas, pero que han sido convertidos por el accionar de algunos integrantes de esas mismas comunidades, en premisas normativas y burocráticas que atentan contra la idea de la ciencia como un ámbito de discusión democrático, en el que se dirime las cuestiones de la verdad intentando prescindir del principio de autoridad y del peso burocrático corporativo en la gestación de esa verdad, que en todos los casos vuelve asimétrica una discusión científica entre ideas contrapuestas y en disputa.
      La relación entre estas dos parte esta signada por el hecho de haber tomado la decisión personal de confrontar los errores gestados por la comunidad científica en torno a la determinación de la naciente del Río Gallego pero en forma intencional ese cuestionamiento fue llevado adelante por medios y procedimientos no legitimados por las derivas normativas que están sujetando de forma crecientemente burocrática a las comunidades científicas. El autor se propuso refutar, por fuera de los procedimientos estandarizados, los postulados expresados en textos gestados por diversos investigadores y en algunos casos validados por organismos del estado. Sin embargo, he procurado impugnar estas afirmaciones sin seguir los procedimientos burocratizados por la comunidad científica como una forma de comprobar hasta qué punto las condiciones descriptivas de las comunidades científicas enunciadas por T. Kuhn se están convirtiendo en una peligrosa amenaza normativa que potencia la ceguera y osificación de procedimientos burocráticos de validación de los conocimientos científicos. Estas conductas están derivando peligrosamente hacia la estandarización de la falacia “Ad verecundiam” o falacia de autoridad al considerar como premisa de justificación una apelación a la autoridad de alguien en este caso de una autoridad endogámica de la comunidad científica, combinada con los argumentos “Ad hominen” o sea argumentos contra la persona por ser exótica a esa comunidad científica.
      En forma cada vez más frecuente se está subordinando la discusión crítica acerca de contenidos, a la pertenencia “legitimante” circunscripta a los interlocutores aceptados burocráticamente por la comunidad científica. Incluso me parece detectar que aun cuando algunos investigadores comprenden que las objeciones y propuestas por parte de un “outsider” son correctas no pueden sin embargo, invocarlas ni citarlas, por estar atrapados en forma creciente por la gestación burocratizada, autoritaria y recurrentemente falaz que se está imponiendo en las comunidades científicas del siglo XXI, una deriva que además, facilita la creciente transformación de los productos científicos en mercancías.
       No podemos renunciar al carácter democrático y horizontal que ha sido la marca distintiva del ideario de la ciencia moderna como un ámbito en el cual apoyamos teorías basadas en la validez de los argumentos y no en la vieja escolástica de las relaciones jerárquicas tan vinculadas a las estructuras burocráticas universitarias o las asimetrías gestadas en la política. La dilución posmoderna de la verdad no puede ser enfrentada por la osificación de una verdad institucionalizada, ni tampoco por relatos alternativos o por el falaz principio de autoridad.             
     Al abordar el problema de la naciente del Río Gallegos haremos una reconstrucción del proceso de estudio y los métodos utilizados para luego considerar en detalle los problemas relativos a las posibles definiciones de los conceptos de nacientes, tributarios y confluencias. Recordando a Aristóteles (384-322 a.C.) quien exponía la idea en “Tratado de lógica” (Organon) de que las definiciones son las determinaciones esenciales de conceptos, estableciendo en su opinión, una posible correspondencia entre ciertas cosas o sucesos y ciertos términos pensados. Intentaremos aplicar esos conceptos tal como podía entenderlos Aristóteles al caso concreto del río Gallegos.
    Para intentar resolver el problema de la determinación de la naciente del río Gallegos iniciamos nuestro trabajo a fines del Siglo XX y en los primeros años del Siglo XXI con el estudio de los documentos cartográficos recurriendo como primera fuente para nuestro estudio a la Hoja 5172-34 Estancia Glencross, del entonces Instituto Geográfico Militar, levantada en 1946, editada en Octubre de 1947, en escala 1:100.000 con una equidistancia de 10 metros. De acuerdo con esta fuente cartográfica el río Gallegos nace a los 51º 53´ Sur y 71º 35´ Oeste a una altura de alrededor de 115 m.s.n.m. (dato limitado por el valor de la equidistancia) de la confluencia de los ríos Rubens desde el SO y Penitente desde el SE. No debe confundirse esta naciente con los datos que se aportan erróneamente en algunos informes sobre esa naciente que ubican unos 10 km río abajo del puente Blanco con el aporte del río Turbio (51º 50´ S) como, por ejemplo, aparece en el mencionado Documento de Cuenca Nº 72, de la Subsecretaría de Recursos Hídricos del Sistema Nacional de Información Hídrica. Es también errónea la información provista por el trabajo sobre la “Morfometría de la cuenca alta del río Gallegos” de Díaz Boris, G; Tiberi, P. y Mardenwald, G. (2015) en el que afirman que el “río Rubens afluente del Penitente…” sin haber percibido que se trata de una confluencia de ríos con cuencas, órdenes y caudales similares, la que da nacimiento al río Gallegos. De no ser así deberían seguir llamando al curso de agua río Penitente, luego de la “tributación” (sic) del Rubens lo cual no hacen los autores. Con el paso de los años, pero sin acreditar la posición previamente sostenida por “estudiospatagónicos” por más de una década, tienden a aceptar la idea de que el río Gallegos nace de la confluencia entre el Penitente y el Rubens lo que acreditaron  por ejemplo en el trabajo Diaz Boris G. et al. 2016 pero omitiendo que desde fuera de la comunidad científica ya se defendía claramente esta posición.
     Replican esos errores Mazzoni et al. 2004 cuando afirmaron que el río Gallegos se origina de la confluencia del Penitente y el Turbio. Es incorrecta también la afirmación que hacen Manzi et al. 2012 quienes sostienen que el río Rubens tiene confluencia con el río Turbio (sic). En ese trabajo que aporta interesante información sobre humedales, presenta, sin embargo, un valor desconcertante para el caudal del río Gallegos de apenas 15 m3/seg. (sic) en época de crecidas que solo puede deberse a que jamás han visto al río crecido o a un error de tipeo. Recomiendo seriamente que no intenten cruzarlo en primavera creyendo que tiene ese caudal pues pondrán en peligro la continuidad de seguir brindando interesantes investigaciones.
     En el mapa citado, del ahora denominado acertadamente Instituto Geográfico Nacional (ya no militar), la toponimia del río Gallegos se inscribe correctamente antes del aporte del tributario río Turbio. En dicha hoja del I.G.N. las denominaciones de Rubens y Penitente se inscriben también en forma correcta río arriba del puente Blanco. Sin embargo, en el mismo mapa hay un notable subregistro de lo meandroso del curso del río Gallegos pues ignoran, por ejemplo, el meandro y bifurcación del causes en -51,84842 y -71,59312. Adicionalmente al momento del último relevamiento que hice en la zona en el año 2019, el chorrillo Cóndor fluía por una mayor distancia hacia el SE tributando directamente al río Gallegos y no como erróneamente señala la Carta del I.G.N. hacia el río Turbio. Al caminar la zona y observar las imágenes satelitales se puede apreciar una gran cantidad de paleo-cauces que pueden haber sido indicio de una alteración en la escorrentía en las últimas décadas luego del levantamiento de 1946.
      La cartelería de la D.N.V. acredita correctamente que en el Puente Blanco a pocos metros de la confluencia estamos en presencia del río Gallegos tal como podemos observar en la fotografía que adjuntamos a continuación siendo una segunda fuente de validación de la tesis defendida en este artículo.

Cartel Puente Blanco de la Dirección Nacional de Vialidad sobre el Río Gallegos. Fotografía (2019) Roberto Hilson Foot.

     El lugar de la naciente recibe el nombre de la construcción del puente que se denominó puente Blanco que cruza el río a unos 260 m al norte de la confluencia como puente de la Ruta Nacional Nº 293 en la hoja del I.G.N. de 1946 o en la actualidad (2019-2021) la Ruta Nacional Nº 40. La representación del río, tal como lo hemos adelantado, adolece de algunos errores en esa hoja del I.G.N. sobre todo en su curso al norte del puente pues en la carta se tiende a ignorar toda la complejidad meandrosa que el río presenta antes de recibir como tributario por la margen izquierda al río Turbio. Sin embargo, el mapa presenta adecuadamente a los ríos que confluyen para formar al río Gallegos o sea el Rubens y el Penitente. En esta etapa del estudio nos trasladamos al lugar para poder observar, medir y evaluar la zona en cuestión, observando y conversando con los ocasionales pescadores y residentes rurales de la zona ya sea de estancias o del campamento de vialidad. Para ellos no había ninguna duda de que aguas abajo de la confluencia del Rubens y del Penitente estábamos en el Gallegos y les parecía por lo menos extraño (llegaron a decir cosas algo más fuertes e irónicas que prefiero callar) que científicos opinaran que el Gallegos nacía con el Turbio. Alguno incluso con gran tino observaba la poca incidencia del Turbio sobre el caudal del río Gallegos como un argumento que consideraban como decisivo.

Vista río abajo del Río Gallegos desde el Puente Blanco donde puede observarse el inicio de los meandros del río. Fotografía Roberto Hilson Foot.

      Utilizamos a continuación otra fuente o sea las imágenes provistas por Google Earth. Con ellas podemos añadir algunas pequeñas precisiones a lo descripto en los párrafos anteriores, pues de acuerdo con esta fuente la confluencia del Rubens con el Penitente se encuentra a los 51º 53´44´´ Sur y 71º 35´42´´ Oeste. Más significativa es la diferencia en altura a la cual se produce la confluencia pues de acuerdo con esta fuente consultada en 2018-2019 sería a 117 m.s.n.m valor cercano al punto acotado de 116 m.s.n.m que aparece en la hoja del I.G.N. para la margen derecha del río. Debo hacer notar que la resolución y las múltiples fuentes de las imágenes de Google Earth generan algunas inconsistencias altimétricas pues el río de acuerdo con Google Earth insólitamente al ser consultado en esos años perdía altura desde los 117 m.s.n.m. en su naciente a los 116 m.s.n.m en algo más de 250 metros pero luego pasando el puente Blanco de acuerdo con lo que observamos en Google Earth entre 2017 y 2019,  volvía a aumentar la altura sobre el nivel del mar a 117, 118 y 119 m.s.n.m cosa que no se compadece con las observaciones de campo en la que el río fluye previsiblemente pendiente abajo en forma homogénea. La información de Google Earth, que demandaban impugnar las viejas leyes de Newton, fue saldada con nuestra observación de campo en la que no asistimos al espectáculo que sería por demás asombroso de un curso de agua escurriendo hacia arriba. Más allá de las bromas, entendemos que esas deficiencias serán paulatinamente corregidas y obedecen a los problemas matemáticos asociados al elipsoide, al coeficiente de “flattering”, a los encastres entre las diversas fuentes, así como problemas asociados a marcos de referencia en este caso el W.G.S.84.
      Las imágenes satelitales permiten observar además en la zona en que el río Turbio tributa sus aguas al río Gallegos un área de paleo cauces y anastomosamientos bastante más complejo de lo que se dibujó en 1946 en la Hoja 5172-34 en la que se optó por un cauce único enmarcado por pequeñas barrancas, información que ha sido replicada erróneamente en algunos informes sobre la zona.
      La fuente satelital nos ratificó la información que obtuvimos en la cartografía y en las expediciones de investigación sobre la determinación de las condiciones en que se genera la naciente del Gallegos que hace más de una década señalamos y remarcamos a pesar de no ser citados (aunque sí sospechamos que leídos) por sectores de la comunidad científica. Esta comunidad ha persistido por muchos años en sus errores, aunque últimamente, como lo adeltábamos, parecen rectificarse aceptando que el río Gallegos nace de la confluencia de los ríos Rubens que tiene una longitud de 75 km y un caudal medio de 11.5 m3/s, aunque hay datos que elevan esa media por encima de los 17 m3/s y el río Penitente con un caudal algo menor. Prefiero dejar la cuestión del caudal abierta pues considero que los datos de aforos disponibles son insuficientes y es inútil simular una falsa exactitud con valores resultantes de un N muy bajo y además discontinuo.
      Para el río Rubens el número de orden Strahler es 4 y tiene un régimen pluvial-nival con dos picos uno en Abril-Julio y otro mucho mayor en Septiembre-Octubre con un estiaje en Enero-Febrero. El Penitente es también una cuenca binacional con una longitud algo mayor de 110 km, pero un caudal algo menor de alrededor de 14 m3/s con los máximos de caudal en Septiembre-Octubre y el estiaje en Enero-Febrero en los que podemos encontrar 5 a 7 m3/s. y que hemos cruzado a pie en varias oportunidades sin mayores problemas. Sin embargo, el Penitente presenta el mismo valor de orden que el Rubens lo que permite entender que confluyen y no que haya tributación de uno menor que debe ceder su toponimia hacia el otro mayor.  
     En el año 2012, ante tantas imprecisiones que encontrábamos en diversas fuentes científicas y ya con una idea consolidada desde hacía unos años que era tan divergente con respecto a las opiniones de la comunidad científica, tomamos la decisión de relevar integralmente la cuenca del río Gallegos por lo que caminamos algunos cientos de kilómetros a campo traviesa por la estepa desde la cuenca minera Río Turbio/28 de Noviembre hasta la capital de la provincia de Santa Cruz. Luego de esa expedición hemos recorrido en dos ocasiones en forma parcial parte de la cuenca con los relevamientos del Zurdo y el Gallegos Chico y en tres ocasiones hemos recorrido la margen norte y sur del todo el estuario. Adicionalmente en 2019 recorrí en solitario toda la zona de frontera con seguimientos parciales de los ríos Turbio, Laguna Larga, Rubens, Penitente, El Zurdo, Gallegos Chico y Gallegos. Además, hemos recorrido integralmente el río Gallegos Chico y el río Chico en sus respectivos tramos en Argentina, un trabajo hecho siempre a pie a lo largo de más de diez años, aunque discontinuos.
     Los valores de longitud del río que obtuvimos por medios cartográficos y de posicionamiento global a lo largo de esas expediciones nos arrojaron 94 km desde la confluencia entre el río Rubens y el río Penitente en donde nace hasta el río Gallegos Chico. Medimos 198 km hasta el puente de la Ruta Nacional 3, 240 km hasta el Río Chico y 250 km hasta la desembocadura entre Punta Bustamante y Punta Loyola. Aclaramos que el criterio para medir el largo del río fue seguir siempre el canal de mayor caudal de escurrimiento en el caso de los anastomosamientos, pero hubo por lo menos tres o cuatro ocasiones dudosas que pueden generar valores ligeramente distintos. Nunca simulamos falsas exactitudes y preferimos establecer las condicionalidades de nuestros aportes pues lo científico no está en los productos supuestamente verdaderos, ni en quienes lo formulan, sino en las condiciones metodológicas de validación y falsación.
      En estas inmensas soledades uno se ilusiona con poder minimizar la incidencia antrópica buscando recuperar la intimidad con el paisaje de nuestro estar en las condiciones más elementales. Sin embargo, está claro por el apartado anterior sobre la tecnología satelital que tal como lo afirmaba Zygmunt Bauman (1927-2017) pensador irónicamente pertinente para un artículo sobre un río pues defendía el concepto de realidad líquida, que nunca volveremos a estar solos ante el desarrollo tecnológico al cual hemos accedido “never being alone again”, pues compartimos su opinión de que vivimos en una sociedad que ha eliminado las fronteras que antes separaban lo privado de lo público y se hace casi imposible no ser parte de un registro. Muchas peripecias ocurrieron en esas arduas tareas, pero creo que una de las mayores perplejidades nos aconteció cuando desde el lado argentino de la frontera pudimos leer sobre el lado del hermano país de Chile advertencias acerca de la existencia de antiguos campos minados fruto de los criminales gobiernos dictatoriales que ambos pueblos hermanos hemos padecido en el siglo XX. Este cartel fue bastante disuasivo a la hora de limitar nuestro relevamiento a los tramos en Argentina de algunos de estos cursos tributarios del río Gallegos y es solo un ejemplo que por suerte podemos recordar con una sonrisa, de algunos de los riesgos que hemos corrido en pos de clarificar el problema planteado en este capítulo.
     La cuenca del río Gallegos es una cuenca de pendiente atlántica, exorreica, que atraviesa el sur de la provincia de Santa Cruz de oeste a este desembocando en forma de estuario en el Océano Atlántico. Al norte se desarrollan las cuencas del río Coyle y del río Vizcachas. En forma muy imprecisa se repite en diversas fuentes que tiene unos 20.000 km² IANIGLIA CONICET (Mayo 2018) de superficie, pero dicen que la región hidrográfica es de 19.306 km2 de los cuales 6.969 km2 pertenecen a Chile, siendo binacional o sea compartida entre Chile y Argentina. De acuerdo con Diaz Boris et al 2015 y 2017 la Región Hidrográfica tiene 19.306 km2 identificando 14 cuencas con una superficie media 13.790 kmy determinando que un 63,9 % de la superficie escurre dentro del territorio argentino. Según Niemeyer (1980) la extensión de la cuenca es de 10.120 km2 siendo el 80 % propio del territorio argentino. Este autor recae además en el error de indicar a la confluencia de río Turbio con el río Penitente “que viene del sur” como la naciente del río Gallegos. Anotemos que mientras que los caudales del Rubens son generalmente superiores al Penitente incluso por momentos es casi el doble que el Penitente aun así considera que el nombre debería ser Penitente. Luego cree que la confluencia es cuando ese mal llamado Penitente que es al menos ocho veces más caudaloso que el Turbio le tributa sus aguas en lo que considera que sería la naciente. Estos groseros y extendidos errores dentro de la comunidad científica son insostenibles por donde se lo analice, pero dentro de esa misma comunidad tienden a repetir lugares comunes hasta que alguien, dentro de la comunidad, los refuta abonando un ejercicio espurio y endogámico de la ciencia. Si la refutación proviene de afuera por alguien que pretende intencionalmente mantenerse por fuera de la comunidad, asombrosamente no pueden dar cuenta de estos conocimientos, ni tienen forma de incorporar esos conocimientos “exóticos” o “aficionados” a sus escritos.
     Parece por otro lado que pocos, aunque señalo que hay muy honrosas excepciones, se han tomado el trabajo de recorrer exhaustivamente la zona en que el Turbio tributa por su margen izquierda al Gallegos en la que he podido observar gran cantidad de paleo-cauces, así como anegamientos, “mallines” notando como el mucho más pequeño río Turbio tributa sobre la margen izquierda de un gran meandro. Esta posición que pude observar por última vez en 2019 es algo más al este que el lugar de tributación anterior registrado en la Carta topográfica del I.G.N. con escala 1:100.000. El solo observar la desproporción entre los caudales debería ser suficiente para disuadir de afirmar inconsistencias sobre un río Gallegos que surge de la confluencia del Penitente (sic) y del Turbio (sic), pero algunos lo siguen repitiendo. En el trabajo de Ampuero, C. et al. (2013) afirman algo incluso más difícil de sostener al punto de no poder, por más que lo he intentado varias veces entender por lo confuso de los enunciados, de lo que están hablando pues dicen: “El río Penitente, proveniente de la región magallánica, es el principal afluente del valle intermedio (sic). Este confluye con el arroyo Rubens y el río Turbio para formar el río Gallegos”. ¿Cómo podría ser afluente de un “valle intermedio” si ni siquiera reconocen los autores que el Gallegos ha nacido? No es tan frecuente encontrar en tan pocas oraciones tal cantidad de inconsistencias. Este río, dicen luego, “confluye con el arroyo Rubens” (sic) ¿Desde cuándo ha sido rebautizado como un arroyo? Es abrumador el uso del concepto de río para el Rubens en toda la bibliografía por lo que lo antojadizo de la denominación es insólito. Para terminar, dicen “Este confluye con el arroyo Rubens y el río Turbio para formar el río Gallegos” (sic). Uno se pregunta respetuosamente de que están hablando. ¿Quieren implicar que el Rubens y el Turbio se unen para formar el río Gallegos? ¿Y entonces que hacemos con el Penitente que habían identificado? Los desvaríos en la comunidad científica sobre el tema de la naciente del río Gallegos a veces parecen no tener límite y solo se me ocurre que puede deberse a no querer admitir que un “outsider” ha señalado con precisión hace ya más de una década las nacientes y no lo pueden incorporar al sistema de citado por las trampas impuestas por las restricciones burocráticas a las citas.
      Por otro lado, a veces parece que algunos directamente no han ido a estudiar “in situ” el problema (aclaro que hay muy honrosas excepciones con interesantes trabajos de campo). Señalo un dato también confundido por muchos dentro de la comunidad científica y es que aguas abajo de la tributación del río Turbio, el río recibe por la margen izquierda el aporte del pequeño río (o mejor arroyo) Cóndor que nace en la laguna del mismo nombre. Hans Niemeyer le otorgaba a ese lago/laguna una superficie de 15 kmcuando en realidad al medir in situ el perímetro, los valores me han dado mínimos de hasta 15.9 km dependiendo del caudal de agua lo que significa que la superficie es de más de 18 km2 incluso llegando a un poco más de 19 km2 utilizando unos cálculos matemáticos muy elementales. Es un poco bajo el dato aportado por L`Heureux, et al. 2016 de un perímetro de 14.806 m. Si recorren a pie todo el contorno del Cóndor verán que tiene casi 1 km más de circunferencia. Aunque debemos aclarar que hay una deriva regional hacia la pérdida del volumen del agua superficial en toda la zona. Al caminar el perímetro de la laguna, en forma concordante con lo calculado, me llevó tres horas y quince minutos acordes con una media de caminata de unos 5 km/hora. Aún más extraño es la idea de que el Cóndor tributa al Turbio cuando en realidad luego de pasar por zonas de mallines inundables tributa al río Gallegos, 3.3 km río abajo de la desembocadura del Turbio y con una extensión de por lo menos 10/12 km dependiendo de la medición de las zonas anegadas y anastomosadas que hagamos, pero debe ser cerca de un 50% más que lo que consigna erróneamente Niemeyer.
      Dicho esto, sobre las nacientes del río Gallegos, me atrevo a poner en cuestión los valores que algunos repiten para el área de la cuenca pues no creo que contemos aún con un número confiable. Sin pretender llegar a una cifra definitiva el perímetro que he medido con las cartas del I.G.N, las expediciones a pie por toda la cuenca y las posibles delimitaciones por medio de la información satelital, el valor del perímetro de la cuenca dentro de la Argentina tiende a estar en torno a los 650 km. Aun admitiendo muchas dudas por ejemplo, por la existencia de varias pequeñas cuencas endorreicas, sumando eso sí, la zona cercana a Cancha Carreras y admitiendo que en la meseta al norte del valle del río me ha resultado problemático trazar un límite preciso, por ejemplo en el campo de drumlins de Estancia Sofía, sin embargo esos valores me arrojan un valor más cercano a los 8500 km2 lejos de los lugares comunes que se suelen repetir con frecuencia en forma acrítica dentro de la comunidad científica. Repito que este valor es solo un parámetro inicial sin pretensión de exactitud.
     Munidos del relato de Agustín del Castillo (1855-1899) en el que especificaba que el río Turbio era un afluente desde el norte del río Gallegos (Pág. 81) con la fácil sabiduría que otorga ir al lugar a constatar de lo que se habla, pudimos reconocer en buena medida el itinerario del explorador por el valle de río hacia 1887. De acuerdo a lo que relataba hace más de 135 años, parece haber sido el primero en navegar el río en precarios botes confeccionados con madera que de hecho debe haber obtenido de la zona no muy distante del actual puente Blanco, que corresponde al límite del eco tono, en el cual existen aún hoy en día en pleno siglo XXI algunos árboles, necesarios para construir aunque sea de forma rudimentaria esas pequeñas embarcaciones y lo hizo de acuerdo a lo que nos relata, desde unas “millas arriba de la confluencia con el río Turbio” o sea en la naciente que procuramos clarificar en este artículo. Su opinión de observador y explorador en el campo en favor de la idea de que el Turbio es un tributario del río Gallegos la tomamos como otra forma de validar nuestra perspectiva por medio del aporte de la toponimia histórica.   
     A medida que se desciende por el curso del río y se sale del ecotono, la densidad arbórea-arbustivo ralea y, por ejemplo, la presencia de los Ñires (Nothofagus antárctica) disminuye considerablemente lo cual es descripto con gran detalle en forma muy acertada en el trabajo de (Peri et al. 2013). Sin embargo, debo hacer notar que, aunque muy interesante el trabajo citado, adolece de un grave problema conceptual, pues utilizan la categoría de relicto. El término relicto, es un concepto adecuado para referirse a los remanentes de un ecosistema en estado de regresión por causas naturales o antrópicas. Sin embargo, los ejemplos que brindan de vegetación arbórea arbustiva a lo largo del río son generados por las crecidas y el caudal del mismo río como causal de dispersión, lo que no parece del todo compatible con la idea de relicto y que por el contrario demanda la idea de colonización a lo largo del valle del Río Gallegos.
      Como relatamos en el primer capítulo de este libro, el Comandante General de Marina de Chile libró un oficio con fecha 4 de septiembre de 1877, por el cual envió al capitán de fragata Juan José Francisco Latorre Benavente (1846-1912), a organizar una expedición para explorar los valles orientales de los Andes. En 1877 siguiendo las instrucciones de la comandancia partió la expedición de exploración de los valles orientales de los Andes liderada por el Tnte. 2º de la Marina Juan Tomás Rogers. Posteriormente se les unió el explorador, comerciante y posteriormente estanciero inglés William Herringham Greenwood (1849-1923) quien se había instalado en el valle del río Turbio viviendo en forma nómade por casi una década. Este personaje extraordinario fundará posteriormente junto a su socio Henry L. Reynard (1845-1919) la estancia ovejera “Cañadón de la Vacas” al norte del río Coyle sobre la costa atlántica. Relatan claramente las grandes dificultades que encontraron para cruzar el río Gallegos en Noviembre de 1877 y me imagino la sorpresa que tendrían si se les pretendiera indicar un caudal de 15m3/seg en crecidas. En 1879 el mismo Juan Tomás Rogers formó un segundo grupo y con ellos emprendió el viaje el 4 de Enero, partiendo desde Punta Arenas por expresa comisión de la Comandancia General de la Marina de Chile. Luego de explorar vadearon el río Gallegos esta vez con más facilidad pues estaba más avanzado el verano y se dirigieron al Norte hasta la orilla Sur del lago Argentino emprendiendo en esta segunda ocasión la exploración por su costa hacia el Oeste en dirección al glaciar denominado posteriormente como Moreno. Estos relatos nos permiten validar los períodos de crecidas y de estiaje que hemos señalado para el río Gallegos, pero proyectados a situaciones propias del siglo XIX para ayudarnos en definitiva al estudio del río que nos ocupa.
     El módulo del río Gallegos ha sido parcialmente medido, aunque por simple observación de su ancho, velocidad y profundidad podemos descartar que sea alrededor de 15 cumecs como informan algunas fuentes científicas. Los valores más acordes con lo que hemos observado lo ubican en algo más de 30 cumecs con referencias a 32 o 35 metros cúbicos por segundo. Durante los meses del estiaje o sea de Diciembre/Enero hasta el invierno podemos encontrar entre 10 y 25 m3/s. Sin embargo, en primavera ese valor puede duplicarse o triplicarse superando los 50 m3/s. Parece excesivo el porcentaje de 90/95% que (Diaz Boris, G, et al. 2015) le asignan como aportados por los ríos Rubens y Penitente al caudal del Gallegos. Afortunadamente en trabajos posteriores fueron rectificando esa proporción más acorde con los valores que he sostenido por fuera de la comunidad científica desde hace más de 10 años por ejemplo, en www.estudiospatagonicos.com.ar situando el aporte del Rubens y Penitente más cercanos al 85% y por momentos más cerca del 80% del caudal del Gallegos. Es claro que no acreditan la prelación de la publicación de “estudiospatagónicos” por no ser parte, intencionalmente, de la burocracia científica. El registro histórico, los relatos de los pobladores rurales de la zona a los que he entrevistado en forma exhaustiva y reiterada, además de las observaciones personales, me permiten validar la idea de que el Gallegos en primavera sobre todo entre Septiembre y Noviembre puede presentar un caudal que aumenta tres y hasta diez veces su media generando inundaciones recordadas por los pobladores rurales. Este comportamiento está asociado al hecho de tener un régimen pluvio-nival o sea lluvias y derretimiento de nieve invernal, sin aporte de deshielo glaciar, que puede generar súbitas crecidas cuando median nevadas invernales intensas seguidas de aumentos de temperaturas que aceleran el derretimiento de la nieve y precipitaciones.
      Las mediciones que se han hecho del Turbio han oscilado de forma muy discontinua entre 4 y 17 cumecs lo que implica entre un 13/15 %  del caudal del Río Gallegos que lo aleja y mucho de un totalmente improbable 50 % del caudal de ese río asignado por alguno que no debe ni siquiera haber visitado el lugar. De cualquier forma, solo con el aporte del río Turbio se obtiene alrededor del 8% del caudal del río Gallegos. Según Tiberi et al. 2015 el caudal del Turbio es inferior estimando que presenta un módulo promedio de 0,8 cumecs. Diaz et al. 2017 indican un caudal más exacto a mí entender de entre 0,8 y 4,5 cumecs.
    Si a este aporte le agregamos los valores del arroyo El Zurdo 0,2 cumecs según Tiberi et al. 2015, un valor que creemos es de mínima pues nos parece que la media debe estar más cerca del doble de ese valor y del Gallego Chico 0,6 cumecs (Tiberi et al. 2015) que una vez más anotamos como un poco bajo y que puede estar condicionado por alguna impresión surgida de observaciones durante el estiaje cuando en realidad en primavera ese caudal puede llegar a ser de más de 3 cumecs. Si se observa las márgenes del río y se lo remonta como hemos hecho en dos ocasiones se puede observar los efectos de los desbordes que indican mayores caudales que los que se encuentran en verano u otoño. En base a estos valores consignados no podemos acordar con asignarles al Penitente y al Rubens un aporte del 90/95 % del caudal al río Gallegos, sino que debemos reducir ese aporte a valores más cercanos al 80/85 % aun anticipándonos en forma precautoria a la idea de una variabilidad estacional en los aportes en función de los regímenes si son más pluviales o níveo-pluviales. Lo que si debe notarse es que el río Gallegos suele presentar un aumento significativo del caudal en la primavera rasgo que ha sido acreditado tempranamente por los exploradores que se encontraban junto a los pueblos originarios en dificultades para vadear el río en esa estación del año. Algunas de las estancias dedicadas a la cría ovina, en tanto tuvieron los recursos económicos necesarios, construyeron unos sólidos puentes, algunos de un porte sorprendente, para facilitar el paso de las majadas un esfuerzo económico que no se compadece con los caudales muy mermados de finales del verano.
      Por último, haremos una breve referencia a las condiciones químicas del río Gallegos. La cuenca presenta múltiples actividades antrópicas desde la explotación del carbón en Río Turbio y 28 de Noviembre, la generación de energía en la central Julia Dufour, el crecimiento demográfico de las localidades urbanas y el crecimiento del turismo. Además, debemos consignar la extracción de turba y deforestación, las actividades ganaderas antiguamente ovinas, pero en forma creciente, bovinas, la pesca deportiva y el turismo de “alta gama” y en la zona estuarial, la capital y ciudad más grande de la provincia. La actividad minera implica que el aporte del Turbio supone aguas de tipo sulfatada bicarbonatada, bicarbonatada sulfatada (Tiberi et al. 2015). Las mediciones de pH de toda la cuenca han arrojado valores entre 6,9 y 8 con mediciones excepcionales hasta 9,2 o sea una tendencia a ser entre neutras a ligeramente alcalinas con temperaturas otoñales afectadas por el deshielo de unos pocos grados sobre cero en general entre 2º y 3º C (Sierpe et al. 2019) temperatura que aumenta hacia el verano cuando la alimentación del río depende más de las precipitaciones pluviales que nivales y las temperaturas ambiente medias suben por encima de los 12º C.
     Recordemos brevemente que desde el siglo XIX, luego del genocidio de los pueblos originarios por la oligarquía terrateniente utilizando al estado nacional para su propio beneficio, se fue desarrollando progresivamente la actividad ganadera sobre todo ovina. Posteriormente en el siglo XX y ya con otra lógica socioeconómica y política se invirtió recursos del estado en la extracción del carbón, del gas y petróleo. Los privados comenzaron a afectar la cuenca con la tala por la actividad forestal en el siglo XX sobre todo en Chile y más recientemente debemos señalar el impacto creciente del desarrollo turístico. En este último caso hay una peligrosa apropiación de las riberas de los ríos de la cuenca y de la accesibilidad a las mismas con una conversión de una espacialidad que en principio en pleno siglo XX no era alcanzada por el concepto desarrollado por Marc Augé (1935) de “no lugar”. Sin embargo en la actualidad se ha acelerado el moldeado del paisaje hacia lo global, por ejemplo por medio de  los mencionados desarrollos turísticos para visitantes internacionales de altos ingresos que están segregando y globalizando el lugar, gestando una abusiva apropiación de las riberas de los ríos de la cuenca incluso en ocasiones violando la legislación establecida en Código Civil Argentino en su artículo 1974 que especifica que “el dueño de un inmueble colindante con cualquiera de las orillas de los cauces o sus riberas, aptos para el transporte por agua, debe dejar libre una franja de terreno de quince (15) metros de ancho en toda la extensión del curso, en la que no puede hacer ningún acto que menoscabe aquella actividad. Todo perjudicado puede pedir que se remuevan los efectos de los actos violatorios de este artículo”, lo que valida la legalidad de los caminos de sirga y el libre acceso de los sectores populares a las riberas de los ríos con fines culturales, recreativos y de esparcimiento no comercial.

Confluencia de los ríos Penitente y Rubens desde el Puente Blanco a unos 250 m al norte de la confluencia que da nacimiento al Río Gallegos. Fotografía Roberto Hilson Foot (2019)

II

     Aun aceptando las ideas de Jacques Derrida (1930-2004) acerca de la imposibilidad de contar con la transparencia del lenguaje, la imposibilidad de la transmisión univoca y el creciente predominio del espacio sobre el tiempo en la discusión posmoderna del siglo XXI, nos vemos compelidos a considerar multiplicidades conceptuales en permanente transformación también en relación con el lenguaje de la ciencia. A los fines del tema planteado en este artículo no estaríamos ante un caso de conflictividad conceptual acerca del concepto de nacientes de un río, para lo cual pedimos la indulgencia del lector ante una pequeña licencia fenomenológica que nos arrogamos a los fines didácticos, sino más bien ante el problema fáctico muy elemental de donde ubicar esa fuente, naciente, “source”, “headwaters”, “source d´une rivière” etc. del río Gallegos.
      Aceptamos provisionalmente que la imagen acústica significante de “naciente”, no referiría a la cosa sino al concepto y por tanto a la dimensión “metafísica” en la discusión sobre la relación entre significante y significado y suponemos casi por definición una consideración problemática y nunca definitiva hacia el concepto de naciente o en realidad hacia cualquier concepto científico. Además en este caso específicamente y solo a modo de introducción de una dimensión en la que no quiero ingresar en este escrito, podríamos  problematizar los supuestos de “biologización” implícitos en el concepto de que los ríos “nacen” no siendo sin embargo organismos, o que tienen una fuente, cuando todos los cauces implican intensos intercambios de agua con la atmósfera y son incididos por los escurrimientos superficiales de la cuenca y los caudales dependen a su vez de las aguas subterráneas resultantes de los procesos de infiltración y percolación. Esa imagen acústica oída al pronunciar la palabra “naciente”, no sería reductible a lo puramente físico o material sino en realidad a su huella psíquica. Sin embargo, la geomorfología parece requerir en general una instancia de predicación sobre lo extenso, lo que demanda un aspecto muy poco tratado por los epistemólogos y es la formulación de las condiciones de lo empírico. El abandono de una materialidad estructurada ónticamente, a la cual accedía un sujeto capaz de refrendar su gnoseología por medio de una ontología de necesidades y verdades trascendentales durante la modernidad y el abandono progresivo de la proclamación del carácter representativo del lenguaje en los últimos 150 años nos ubica en una insuficiencia en las formulaciones de lo que entenderemos por dato, estando el mismo “dato” como concepto científico  imposibilitado de satisfacer cualquier pretensión de objetividad y de verdad como correspondencia.
      Uno de los aspectos más interesantes de estas consideraciones es que nos encontramos en el nivel más elemental de la ciencia o sea de la observación ni siquiera experimental. No hay en el sentido que utilizamos el concepto de experimentar, una manipulación o transformación del objeto para “conocerlo”, aunque si puede argumentarse una manipulación conceptual que remite al problema de plantear un concepto geomorfológico como “naciente de un río”. La situación de conocimiento es por de pronto orientada por observadores externos al objeto los que detentan un conocimiento con pretensiones epistémicas que los habilitaría a ser capaces de entrelazar y sistematizar los conceptos. El problema que hemos planteado es intencionalmente tan elemental que con frecuencia es ignorado por los epistemólogos, ante el cual como señalaba Mario Bunge (1985), debe mediar una dificultad y una crítica de las soluciones conocidas, sobre un fondo de conocimientos preexistentes. Briones (2003) explicaba que una tipología de problemas básicos implica determinar que o quienes tienen ciertas propiedades, en este caso la de ser naciente de un río, ubicando el fenómeno por medio de diversas georeferenciaciones. Esto en un sentido, se enmarca en lo que es posible de vincular con el concepto algo erosionado (adjetivo pertinente en tanto hablamos de geomorfología) del poder descriptivo del lenguaje, guiado al ser un lenguaje técnico o científico por taxonomías que buscan encuadrar ciertas propiedades de un objeto.
     Cuando nos referimos a una confluencia nos referimos al caso de los ríos Penitente y Rubens que unen sus aguas o sea una interface en la que tienden a unir sus caudales y converger en los valores físicos y químicos de las aguas. En inglés diríamos en términos didácticos y con fines educativos que confluence “occurs where two or more flowing bodies of water join together to form a single channel” (Science Learning Hub). Es posible hablar de una confluencia de un tributario menor hacia un río mayor pero en este caso, asistimos a la confluencia de dos ríos con similares cuencas, caudales, números de orden, condiciones físicas y químicas por lo que no creemos conveniente establecer una prelación de uno sobre el otro y más bien tomarlos en forma conjunta como los que aportan las aguas iniciales para el río Gallegos.
     El término confluencia proviene del latín  confluens “est locus ubi duo flumina in unum confluunt” que implica el juntarse, por ejemplo de dos ríos, confluo fluir juntamente o juntar las aguas, o en inglés “meet, assemble, gather or come together” o el muy apropiado para este caso de “merging”.
     La confluencia puede resultar en un proceso de flujos más o menos laminares o turbulentos que ralentizarán o acelerarán los procesos de mezcla de las aguas aportados por los ríos confluyentes. Son interesantes al respecto los trabajos de M. Paul Mosley como “Slopes and slope processes” de 1981 y “A procedure for characterising river channels” de 1982, en los que analiza los procesos de confluencia. Desarrollos posteriores por J. L. Best autor de “Flow dynamics at river channel confluences: implications for sediment transport and bed morphology” de 1987 lograron determinar seis zonas distintivas en las confluencias que incluyen estancamiento, deflexión, separación, aceleraciones, recuperación de flujo y flujos laminares. Estos encuadres teóricos no son parte del objeto de estudio de este capítulo, aunque es posible que a futuro retome la reconsideración de los mismos, pues me parece notar una perturbadora subestimación de las consecuencias río abajo de la confluencia determinada por la heterogeneidad química y física de las aguas convergentes. Todo modelo hidráulico de confluencias debe tomar como variable independiente las condiciones físicas y químicas de los ríos que aportan aguas tema que postergo para futuros trabajos.
     Justo me parece recordar aquí a aquel pionero de los estudios sobre ríos, el ministro de la iglesia escocesa, matemático y naturalista escoces, John Playfair (1748-1819) quien en 1802 publicó “Illustrations of the Huttonian Theory of the Earth”, en el que defendió el uniformismo. Playfair estableció la idea, que conocemos actualmente como la ley de Playfair: “Every river appears to consist of a main trunk, fed from a variety of branches, each running in a valley proportioned to its size, and all of them together forming a system of valleys, communicating with one another, and having such a nice adjustment of their declivities that none of them join the principal valley either on too high or too low a level; a circumstance which would be infinitely improbable if each of these valleys were not the work of the stream which flows in it.” Que podríamos traducir diciendo que cada río parece consistir en un tronco principal, alimentado por una variedad de ramas, cada una de las cuales corre por un valle proporcional a su tamaño, y todas ellas juntas forman un sistema de valles, que se comunican unos con otros, y que tienen un ajuste tan bueno de sus declives, que ninguno de ellos se une al valle principal, ni en un nivel demasiado alto ni en uno demasiado bajo; unas circunstancias que serían definitivamente improbables si cada uno de esos valles no resultara del mismo trabajo de los ríos que fluyen por ellos. Interesante arqueología de ideas que el flujo del tiempo nos recuerda cada día que somos deudores de fructíferos pasados.
     Por último, en este nivel tan elemental de la ciencia, es interesante considerar en qué sentido es posible aplicar la advertencia que nos hacía Gastón Bachelard (1884-1962) acerca de la imposibilidad de mantener un sujeto observador independiente, sobre todo luego de que en la ciencia física a partir del siglo XX debemos lidiar con el principio de indeterminación o incertidumbre formulado por Werner Heisenberg (1901-1976)  aunque aclaro, que no debe extrapolarse en forma espuria, sin una apropiación crítica, desde el nivel subatómico al nivel macro social o ecosistémico, lo cual nos lleva a pensar de qué forma modificamos un problema empírico de determinación de las nacientes de un río. Sin duda la solución planteada implica superar o enfrentar un problema, atravesado por procesos de confusión y entorpecimiento del conocimiento. Se conoce contra un conocimiento anterior nos enfatizaba Bachelard. En este caso muy menor, en el cual el proceso de conocer ha sido transido por múltiples instancias de confusiones que nos permiten reflexionar con humildad sobre esta dimensión tan primaria de la ciencia y que hemos procurado establecer de forma más clara por medio del problema de la determinación de las nacientes del río Gallegos. La idea de una ciencia lineal, progresiva, acumulativa no tiene sostenibilidad teórica y es una verdadera pieza de museo que no debe ser resucitada no solo por nostálgicos, sino tampoco por los que simplifican su labor teórica atacando antigüedades con escasos remanentes sociales. Lo irracional o lo a-racional es parte de la ciencia en tanto la ciencia es entendida como un producto social por lo que no escapa a las generales de las condiciones sociales la gestación de ese tipo de conocimiento por parte de las comunidades científicas.

III

     He intentado presentar con claridad este caso como un ejemplo en que el cierre de la comunidad científica sobre sí misma bloquea el desarrollo del conocimiento. Es un ejemplo pequeño, intrascendente podrán decir, pero ejemplo al fin. En lo personal me propuse expresamente no fluir por los cauces habituales de la comunidad científica de la rutina de los “papers” (parece que debemos decirlo en inglés), las ponencias, que pocos escuchan en los congresos y solo presentar la información en forma on-line a través de la web abierta y pública planteando un cuestionamiento por fuera de los canales de burocratización de la ciencia.
     En general suelen apelar a una calificación como “exploradores aficionados” para poder referir a este tipo de estrategias de investigación y exposición. Es complejo el uso de este vocabulario que supone una des jerarquización pues lo “aficionado” está dado en este caso por la no adscripción al procedimiento y burocratización de la ciencia disciplinar y no por los métodos o contenidos del conocimiento. No hay nada de aficionado en el nivel de conocimiento que suponen los postulados defendidos en este capítulo, pero y este es el punto perturbador, no puede ser receptado por la comunidad científica ni siquiera citada, aunque como lo he expresado, uno atisba que si leído, sencillamente por no seguir los patrones de burocratización corporativa y endogámica de la comunidad. Claro que es un problema cuando, en términos deportivos, un equipo de aficionados derrota a los profesionales y esa des-jerarquización se vuelve en contra de los profesionales.
      Adicionalmente se pierde el carácter democrático tan asociado al ideario científico moderno amenazado por las falacias de los argumentos ad-hominen y de ad-verecundiam. Este peligroso vicio endogámico y corporativo es antiguo recordemos, a modo de ejemplo, como Aristóteles en los “Segundos Analíticos” lo postulaba cuando afirmaba que no se debe discutir sobre un tema (geometría en ese caso) con quienes no son geómetras, un razonamiento que recomendaba para todas las disciplinas. O sea, la tendencia al cierre y a la burocratización corporativa que deriva casi indefectiblemente en la escolástica es tan antigua como la ciencia misma.    
      La idea de un cierre realista o esencialista de un paradigma se refuerza mutuamente con la idea del cierre de la comunidad científica. Hay una reificación de los esquemas teóricos que llevan a postular la imposibilidad de interacciones entre esos paradigmas y una incapacidad de comunicabilidad que no atiende a los esfuerzos intergeneracionales de científicos en un trabajo de continuidad y ruptura o a las necesidades de contar con conocimientos generados por diversas disciplinas para resolver los problemas sociales. La misma idea de ruptura paradigmática supone un marco de referencia con el que se rompe. Una postulación cerrada e incomunicable del paradigma parece también hacer imposible postular hechos no encuadrables en el paradigma e inhabilitar la posibilidad de una crisis en los términos de T. Kuhn. Debe haber instancias de comunicabilidad o por lo menos comprensión de la falta o dificultad en la comunicabilidad entre lo viejo y lo nuevo y entre las diversas disciplinas.
     La ciencia es un producto social por tanto emergente de condiciones económicas, culturales e históricas. Es un producto que se formula por medio del lenguaje. Los lenguajes, aunque tengan la pretensión científica, no escapan ni han podido escapar a formas de polisemia, ambigüedad y dinámica conceptual. Los científicos como miembros de una comunidad científica utilizan lenguajes y por tanto están habilitados, como cualquier otra persona, a manejar la ambigüedad, a traducir las transformaciones y considerara las alteraciones en los sentidos incluso de las palabras insertas en estructuras teóricas, marcos teóricos o paradigmas. No hay lenguaje que haya podido escapar a formas de polisemia, por lo tanto, el lenguaje como herramienta no habilita al cierre paradigmático que postulaba T. Kuhn. Adicionalmente si la palabra dentro del esquema paradigmático fuera hegemónica se vuelve por lo menos problemático postular el surgimiento de anomalías. Si solo podemos comprender con los conceptos del paradigma, parece por lo menos difícil que sean posibles las anomalías. No puede haber inconmensurabilidad lingüística, ni siquiera de los términos de clase o taxonomía, por la sencilla razón de que la inconmensurabilidad supondría un lenguaje definible hasta tal punto que pudiera evitar la ambigüedad dentro del paradigma, lo cual no ha podido lograrse hasta ahora, aceptando que hasta el momento lenguaje y polisemia han sido inescindibles y no hemos encontrado herramientas capaces de superar la crisis de la representación que enfrentamos en la posmodernidad.
      Las comunidades científicas implican grupos de pertenencia profesional de reconocimiento como forma organizacional de la ciencia y a la vez un ámbito de competencia por un control en la disputa por capital simbólico que ha derivado, en forma creciente, en una estructura cada vez más burocrática y amenazada por una creciente escolástica y mercantilización productivista del conocimiento.

Bibliografía

Ampuero, Cristian; Vargas, Paula; Vázquez, Miriam (2013) “Consideraciones socioambientales sobre la cuenca del río Gallegos y Chico, Provincia de Santa Cruz, Argentina” Acta del Congreso Internacional de Geografía. 74ª Semana de la Geografía, Trevelin, Chubut. Sociedad de Estudios Geográficos, GEA.

Andreoli, Sergio P. (1994) “Costas Patagónicas y Fueguinas” Bahía Blanca.

Antín, Eduardo (1988) “La comunidad científica” Ética & Ciencia. Nº 2. Buenos Aires.

Aristóteles (1979) “Tratado de lógica. El Organon” Editorial Porrúa. México.

Aristóteles (1980) “Argumentos Sofísticos” Ediciones Aguilar. Buenos Aires.

Aristóteles (2016) “Categorías” Ediciones Colihue S.R.L. Buenos Aires.

Augé, Marc (2015) “¿Qué pasó con la confianza en el futuro?” Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires.

Bachelard, Gastón (1938) “La formación del espíritu científico” Siglo Veintiuno Editores, 1984.

Bachelard, Gastón (1940) “La filosofía del no” Amorrortu, 2003.

Bauman, Zygmunt & Lyon, David (2013) “Vigilancia líquida” Paidós, Buenos Aires.

Boido, Guillermo (1992) “La polémica sobre el enfoque Whig en la historia de la ciencia” Análisis Filosófico. Nº 2. Buenos Aires.

Briones, Guillermo (2003) “Métodos y técnicas de investigación para las ciencias sociales” Trillas Editor.

Bunge, Mario (1961) “Causalidad. El principio de causalidad en la ciencia moderna” EUDEBA. Editorial Universitaria de Buenos Aires. Argentina.

Bunge, Mario (1985) “Seudociencia e ideología” Alianza Editorial S.A., Madrid.

Capel, Horacio (1989) “Factores sociales y desarrollo de la ciencia: el papel de las comunidades científicas” V Congreso de la Sociedad Española de Historia de la Ciencia y de las Técnicas. Murcia. España.

Cassini, Alejandro (2017) “La fragmentación de la filosofía: sus causas y sus consecuencias” Revista Latinoamericana de Filosofía. Vol. XLIII Nº 1.

Castillo, Agustín del (1887) “Exploración de Santa Cruz y las costas del Pacífico” Ediciones Continente. Buenos Aires, 2007.

Charlin, Judith E. (2012) “Materias primas líticas y uso del espacio en las nacientes del Río Gallegos. El caso de Laguna Cóndor. Estancia Glencross. Santa Cruz. Argentina” MAGALLANIA. Vol. 40 (1): 163-184. Chile.

Conti, Norberto Aldo (1997) ¿Qué es la ciencia hoy? Una aproximación a la epistemología contemporánea” XII Congreso Argentino de Psiquiatría.  APSA. Mar del Plata.

Delgado, Juan Manuel (1997) “Epistemologías, epistémica y epistemología” Ensayo, Pág. 177-189.

Derrida, Jacques (1989) “La escritura y la diferencia” Editorial Anthropos, Barcelona.

Derrida, Jacques (2015) “Historia de la mentira. Prolegómenos” EUFyL. Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Diaz, Boris Gastón (2015) “Estudios del agua en la cuenca del Río Gallegos” INTA.

Diaz, Boris G.; Tiberi, P.; Marderwald, G. (2015)  “Morfometría de la Cuenca Alta del Río Gallegos (Patagonia Austral, Argentina)” CONAGUA, XXV Congreso Nacional del Agua, Paraná, Junio.

Diaz Boris G.; Monserrat, María Cecilia; Tiberi, Pedro E.; Marderwald, Guillermina; Hofmann, Christian; Caparrós, Leandro; Mattenet; Francisco; Zerpa, Débora; Billoni, Sabrina L. y Martínez, Lorena (2016) “Hidrología superficial de la Región Hidrográfica del río Gallegos (Sur de la provincia de Santa Cruz, Argentina)” ICT-UNPA-151. ISSN: 1852-4516 Aprobado por Resolución N° 1213/16-R-UNPA.

Diaz, Boris G.; Monserrat, María Cecilia; Tiberi, Pedro E. (2017) “Dinámica de caudales de superficie en la región hidrogeográfica del Río Gallegos. Santa Cruz. Argentina” XXVI Congreso Nacional del Agua. Córdoba. Argentina.

Diaz, Boris G.; Tiberi, Pedro E. (2017) “Calidad de aguas superficiales para el riego en la región hidrográfica del río Gallegos (Santa cruz, Argentina)” XXVI Congreso Nacional del Agua. Córdoba. Argentina.

Diez, Paula; Vázquez, Miriam y Ruiz, Sebastián (2015) “Valoración de los humedales urbanos de la ciudad de Río Gallegos” Contribuciones Científicas GEA, Vol. 27.

Domínguez, Erwin; Bahamonde, Nelson & Muñoz-Escobar Christian (2012) “Efectos de la extracción de turba sobre la composición y estructura de una turbera de Sphagnum explotada y abandonada hace 20 años, Chile” Anales del Instituto de la Patagonia. Vol. 40 (2): 37-45. Chile.

Ercolano, B.; Mazzoni, E.; Vázquez, M. y Rabassa, J. (2004) “Drumlins y formas drumlinoides del Pleistoceno Inferior en Patagonia Austral, Provincia de Santa Cruz” Revista de la Asociación Geológica Argentina. Vol. 59, Nº 4.

Ferrari, Silvia; Albrieu, Carlos & Gandini, Patricia (2002) “Importance of the Río Gallegos estuary, Santa Cruz, Argentina for migratory shorebirds” Water Study Group Bulletin, 99, December.

Ferro, Roberto (2009) “Derrida, una introducción” Editorial Quadrata-Biblioteca Nacional, Buenos Aires.

Gaeta, Rodolfo (1990) “Significado, referencia e inconmensurabilidad” Revista latinoamericana de Filosofía. Vol. XVI, Nº 1. Buenos Aires.

Gentile, Nélida (1997) “Thomas Kuhn y el problema del nuevo mundo” Revista Latinoamericana de Filosofía. Vol. XXIII, Nº 2. Buenos Aires.

Gentile, Nélida (1999) “Inconmensurabilidad y neutralidad teórica: algunas contribuciones actuales” Análisis Filosófico. XIX Nº 1. Buenos Aires.

IANIGLIA-CONICET (2018) “Inventario Nacional de Glaciares. Informe de la subcuenca del río Turbio y Rubens, cuenca de los ríos Gallegos y Chico” Argentina.

I.G.N. Instituto Geográfico Nacional (1946-47) “Hoja 5172-34. Estancia Glencross. Santa Cruz” Argentina.

Knorr-Cetina, Karin D. (1996) “¿Comunidades científicas o arenas transepistémicas de investigación? Una crítica de los métodos cuasi-económicos de la ciencia.” REDES. Revista de Estudios Sociales de la Ciencia. Vol. III, Nº 7. Buenos Aires.

Kuhn, Thomas S. (1962) “La estructura de las revoluciones científicas” F.C.E. Fondo de Cultura Económica, México. Ed. Buenos Aires (1988).

Kunis, Ricardo (1987) “Las dudas del saber” Diario Clarín, 27 de Agosto. Buenos Aires.

L`Heureux, Lorena G & Borrero, Luis A. (2016) “El uso de la fauna en Laguna Cóndor, Provincia de Santa Cruz, Argentina” Magallania. Vol. 44, Nº 1. Punta Arenas.

Lobeck, A. K. (1939) “Geomorphology” Mc Graw-Hill Book Company New York & London.

Manzi, Liliana M. y Carballo Marina, Flavia (2012) “Manifestaciones rupestres en el campo volcánico Pali Aike, cuenca del río Gallegos, Santa Cruz, Argentina” MAGALLANIA. Vol. 40 (1): 287-306. Chile.

Mazzoni, Elizabeth y Vázquez, Miriam (2004) “Evaluación de pastizales húmedos para el aprovechamiento sustentable en la cuenca del río Gallegos” Unidad Académica Río Gallegos, Universidad Nacional Patagonia Austral, Santa Cruz, Argentina.

Molina, Rodrigo; Soto, Nicolás; Tapia, Ana (2018) “Estado actual de la distribución del castor Castor canadensis Kuhl 1820 (Rodentia) en el área continental de la región de Magallanes, Chile” Anales del Instituto de la Patagonia. Vol. 46. Nº 3. Punta Arenas.

Niemeyer, Hans (1980) “Hoyas hidrográficas de Chile: duodécima región. Hoya Río Gallegos” Chile.

Ortega Segura, Jorge; Campos Roasio, David; Urra Bastias, Germán (1969) “Inventario forestal del sector Río Rubens. Provincia de Magallanes” Informe Técnico Nº 33. Departamento Forestal. Instituto Forestal. Santiago de Chile.

Peri, Pablo Luis; Martínez Guillermo; Monelos, Lucas & Beroiz, Mario (2013) “La distribución continental más oriental de Nothofagus antarctica en el Río Gallegos, Santa Cruz” Anales Instituto Patagonia. Vol. Nº 41. Punta Arenas, Chile.

Porfirio (1979) “Isagoge” Editorial Porrúa. México.

Reserva Costera Urbana “Los ambientes y sus aves” Río Gallegos, Santa Cruz.

Sierpe, Carolina L. & Sunico, Alejandro (2019) “Familia Chironomidae (Orden Diptera) utilizada como bioindicador para la determinación de calidad ambiental de la cuenca del Río Gallegos, Santa Cruz, Argentina” ICT-UNPA.

Stoddart, D. R. (editor) “Process and form in geomorphology” Routledge, London & New York.

Strahler, Arthur and Strahler, Alan (1978) “Modern Physical Geography” John Wiley & Sons Editor, New York.

Tarbuck, Edward; Lutgens, Frederick; Tasa, Dennis (2013) “Introduction to Physical Geography” Pearson Education.

Tiberi, Pedro E.; Marderwald, Guillermina y Díaz, Boris G. (2015) “Hidroquímica de la Cuenca del río Gallegos (Patagonia Austral Argentina)” V Jornadas y II Congreso Argentino de Ecología de Paisajes. Azul, Buenos Aires, Argentina.

Tolman, C. F. (1937) “Ground Water” McGraw-Hill Book Company, Inc. New York and London.

Tuomela, Raimo (1978) “On the Structuralist Approach to the Dynamics of Theories” Syntheses, 39.

Valladares, Andrea (2004) “Cuenca Nº 72 Ríos Gallegos y Chico” Subsecretaría de Recursos Hídricos. Venegas, Claudio (2008) “Avifauna de un bosque de lengas (Nothofagus pumilio) intervenido y de uno no intervenido en Magallanes continental, Chile” Anales Instituto Patagonia. Serie Cs. Nat. 28. 101-106.

Wittgenstein, Ludwig  (1981) “Tractatus Logico-filosófico”  Alianza Universidad. Madrid.