Desertificación y ovinos en la Patagonia: estado de la cuestión.
Ignacio Gatti
Roberto Hilson Foot
Leandro Stryjek

Análisis del fenómeno de desertificación en la Patagonia causado por la explotación ovina.

Fotografías:
Roberto Hilson Foot

Agradecimientos
A Carlos Reboratti y Hortensia Castro de la cátedra de Geografía Rural de la carrera de Geografía (UBA), por sus observaciones y correcciones.

Bibliografía

I
DEFINICION METODOLOGICA DEL ESTADO DE LA CUESTION

“Un estado de la cuestión consiste en una búsqueda y análisis de la bibliografía existente sobre un tema” (Reboratti, C y Castro H, 1999).

Implica de acuerdo a lo definido, explorar acerca del conocimiento que existe sobre una temática. Se debe cotejar la bibliografía, comparando, leyendo y analizando marcos teóricos, evoluciones conceptuales y desarrollos temáticos.

Desde lo analítico es posible distinguir dos dimensiones en un estado de la cuestión:

-Una dimensión heurística, término que proviene del griego εὑρίσκειν, en el sentido de hallar, descubrir, o sea encontrar el material pertinente para el estudio. Es necesario adoptar algunas estrategias heurísticas de acuerdo con las reglas de delimitación e inclusión en el campo teórico. Se procede a un rastreo bibliográfico con búsqueda de documentos, entrevistas, encuestas, filmaciones, etc. que se hayan producido hasta el momento de la redacción del estado de la cuestión.

-Una segunda dimensión es la hermenéutica, del griego ερμηνευτική, como la disciplina que procura explicar e interpretar textos. Hay una pretensión de entender los contenidos de los materiales seleccionados en el proceso hermenéutico. Se intenta volver comprensible los contenidos de los textos pertinentes al estado de la cuestión, procediendo a una revisión sistemática, extrayendo las líneas de investigación principales. Es preciso lograr identificar y comparar las diversas ramas de trabajo. Se procura en el proceso hermenéutico desagregar varios temas, combinando líneas de investigación, ubicando a la vez preguntas y vacíos temáticos, desarrollando una primera capacidad de opinión y ponderando aspectos del tema.

Por último, sería necesario redactar el informe que implica construir el conocimiento sobre los antecedentes, aprendiendo de los errores y progresos de los investigadores que nos han precedido.

II
DEFINICIÓN DE MARCO TEÓRICO Y CONCEPTOS CENTRALES

Si la realización de un estado de la cuestión requiere identificar y comparar diversas líneas de investigación sobre un tema (Reboratti, Castro 1999), explorando el conocimiento existente, nos ha parecido necesario establecer algunas precisiones conceptuales que hagan posible una correcta inteligibilidad hermenéutica de los textos.

A lo largo de los trabajos considerados hemos podido inferir que la definición de Lewis (1995) de ecosistema, como un conjunto de seres vivos y factores ambientales, climáticos y del sustrato que se encuentran en un lugar e interactúan, es pertinente como concepto teórico e indispensable para una correcta intelección de los procedimientos descriptivos y explicativos aportados por los diversos autores. El carácter sistémico e interactivo de los componentes bióticos y abióticos parece adquirir un carácter paradigmático en los estudios de la desertificación en la Patagonia.

Conceptualmente hemos podido encontrar un consenso al caracterizar de semidesierto, zona árida o en ocasiones semiárida a la Patagonia extrandina como marco ambiental condicionante del potencial de biomasa esteparia. Subyace en los autores aunque sin ser conceptualmente problematizado la idea de sistema resiliente, con consideraciones acerca de la amplitud de las fluctuaciones que es capaz de absorber esta ecoregión, aceptando en forma unánime que el proceso de desertificación es tan avanzado en algunas zonas que se ha vuelto irreversible en escalas de tiempo antrópica-productivas.

Es persistente en los textos considerados para el presente estado de la cuestión que una de las mayores dificultades para los investigadores ha sido lograr un adecuado y representativo espectro biológico (Matteucci, Colma 1982), en función del hábitat (Lewis, 1995), como lugar físico o medio en el cual viven las especies. Notamos a medida que avanzamos en el estado de la cuestión una consideración todavía tangencial del uso del concepto de nicho como posición que ocupan las especies en el ecosistema, acaso uno de los aspectos más problemáticos para entender esto, sea la dificultad para establecer los espectros biológicos de base.

Se ha utilizado también el concepto de ecoregión con un criterio fisiográfico, comunidad morfoestructural que presenta similar dinámica cronológica y estilo tectónico así como características climáticas. Esto nos ha permitido establecer una distinción entre un bosque andino-patagónico cordillerano y pedemontano, que excluimos de la consideración propia de la zona extrandina afectada por el impacto de la desertificación.

La revisión del material bibliográfico nos ha permitido a la vez distinguir en los textos tanto dimensiones atinentes a diagnósticos ambientales como intentos de ordenamientos territoriales. Recordamos que Daniele (2001) entiende que un diagnóstico ambiental implica “un estudio tendiente a identificar las características y evolución de los sistemas ambientales de un territorio determinado, como son utilizados y cuales son las consecuencias de ese uso sobre el subsistema natural y social”. Este diagnóstico demanda una caracterización de los sistemas ambientales, la identificación y descripción de los problemas ambientales, la descripción de las acciones de gestión ambiental en marcha, la presentación de propuestas de acción y la integración de las áreas anteriores. Toda evaluación ambiental supondrá por tanto un proceso que considera la relación que se establece entre el medio y subsistema biofísico que presenta potencialidades y restricciones ambientales y una sociedad que interactúa con él, a través de un proyecto o acción determinada.

A medida que avanzábamos en la presente elaboración del estado de la cuestión una de las distinciones terminológicas más necesarias fue la del uso de los vocablos desertificación y desertización. En la bibliografía parece consolidarse a partir de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desertificación (UNCOD), en Nairobi en 1977 el uso en castellano del término desertificación para los fenómenos inducidos por acción antrópica, reservando el concepto de desertización para aquellos generados por procesos naturales. El término desertificación fue usado por primera vez en 1949 por el francés Aubreville (González 2000) y etimológicamente proviene del latín “deserta-facere” o sea hacer o fabricar un desierto, con una reducción de la producción potencial de la tierra en zonas áridas, semiáridas o sub-húmedas que pueden en última instancia dar lugar a condiciones de desierto.

El uso del término desertificación con la dimensión causal antrópica se mantuvo en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo en Río de Janeiro en 1992 y en la Argentina el INTA y el PRECODEPA han utilizado esta definición terminológica enfatizando el proceso de deterioro o degradación con extinción de especies, erosión del suelo, disminución de la productividad biológica, con menor biomasa y biodiversidad asociadas a dinámicas sociales.

El aporte del INTA ha sido determinante para comprender el impacto del sobre pastoreo basado en una sobrevaloración de la receptividad de los campos patagónicos, con el modelado de patrones de retrogresión con la disminución cuantificada por zonas, del porcentaje del mantillo con aumento del suelo desnudo con la aparición de pavimentos de erosión y en el caso de Santa Cruz con un pasaje de estepa de gramíneas medianas a una estepa de subarbustos y gramíneas cortas (Borrelli, et al 1988) determinando como causas de la erosión y la desertificación al sobrepastoreo, los incendios y la tala de arbustos para leña, minimizando el impacto de los ciclos climáticos o la influencia de los eventos volcánicos.

III
CARACTERÍSTICAS DE LA PATAGONIA, ÁREA Y CLIMA

Al referirnos a Patagonia consideramos un área total de 786.983 km2 distribuidos según las provincias en 224.686 km2 (Chubut), 94.078 km2 (Neuquén), 203.013 km2 (Río Negro), 243.943 km2 (Santa Cruz) y 21.263 km2 (Tierra del Fuego), de los cuales aproximadamente un 10% constituyen al bosque andino-patagónico[1].

Esta región constituye una porción considerable del territorio argentino caracterizada, en términos generales, por climas áridos y semiáridos, influenciada principalmente por los vientos provenientes del Pacifíco. Los del Atlántico tienen poca influencia sobre el clima patagónico. A pesar del extenso litoral atlántico, es escasa su influencia marítima respecto a la regulación de humedad. Las masas de aire oceánico procedentes del Suroeste, generan lluvias orográficas, se desecan y continentalizan al trasponer la cordillera. Éstas avanzan hacia el nordeste sobre regiones cada vez más cálidas, aumentan su temperatura, lo cual disminuye la humedad relativa ambiental, volviéndose mucho más secas. En consecuencia, los tipos de clima tienen disposición meridiana, con un matiz térmico derivado de la latitud, con variantes pluviales condicionadas por el relieve.

Hacia el Sur, la barrera orográfica de los Andes tiene menor altura. Si en Neuquén las alturas máximas llegan a 3500-3700 m.s.n.m, las mismas disminuyen hasta 2000 m.s.n.m en Tierra del Fuego, lo cual permite mayores precipitaciones en zonas magallánicas y fueguinas. En efecto, solo una proporción, el Oeste y el Sur de la Patagonia, recibe lluvias por encima de los 800 mm anuales, donde aparece la zona de bosque andino patagónico. Hacia el Este, queda una extensa y árida región denominada Meseta Central que se extiende desde los 37º de latitud Sur hasta los 52º de latitud Sur, y que exhibe valores de precipitaciones anuales de entre 100 y 300 mm.

Teniendo en mente estos datos y utilizando la información brindada por el Servicio Meteorológico Nacional, los datos promedio anuales aportados por las estaciones meteorológicas ubicadas sobre la costa atlántica no superan los 250 mm. anuales para las provincias de Chubut y Santa Cruz en el periodo 1930-60. Se observa que los valores mas altos no superaron los 248.7 mm., con valores que van desde 176.2 mm. para la estación Trelew Aero, 216.2 mm. Comodoro Rivadavia Aero y 248.7 mm. en la estación Río Gallegos Aero. El periodo 1960-90 presenta prácticamente la misma situación, con valores promedios máximos de 244 mm. para la estación de Río Gallegos Aero, con una disminución de 184.7 mm. anuales promedio respecto al período 1930-60. Otras estaciones como Trelew Aero y Comodoro Rivadavia Aero presentan 188 mm y 239 mm anuales promedio respectivamente; en ambos casos se evidencia un pequeño aumento de las precipitaciones respecto al periodo 1930-60.

Por el contrario, la estación de Esquel Aero, muestra datos superiores a los expuestos anteriormente. En el período 1930-60, los datos promedios anuales registrados alcanzan los 582.5 mm. anuales. A pesar de una pequeña disminución, los valores que alcanza para el período 1960-90 son de 506 mm promedio anual. Ubicada en zona de pedemonte, la estación meteorológica de Esquel, se encuentra en una región de ecotono, o de transición entre dos comunidades: los bosques andinos patagónicos y la estepa extrandina semiárida. Esta particular característica explica los altos valores de precipitaciones anuales en relación a las estaciones analizadas anteriormente. A medida que nos alejamos del sistema montañoso en dirección a la costa atlántica, la precipitación media anual disminuye notablemente.

Cabe destacar que para ambos períodos, todas las estaciones hasta aquí mencionadas presentan mayores valores de precipitaciones en los meses de invierno, siendo los meses de verano más secos. El mes de Mayo, en términos generales, se registra como el más lluvioso de la región (en el caso de Esquel es Junio).

En otras palabras, los valores de precipitaciones no se corresponden con los meses mas cálidos. Es decir que siendo los meses de verano los que presentan mayores temperaturas, no son los más lluviosos. Por el contrario, los meses con temperaturas mas bajas son aquellos que van acompañados de mayores precipitaciones. Así, y a modo de ejemplo, la estación Trelew Aero confirma lo expuesto: en el período 1930-60 los datos promedio de precipitaciones anuales para los meses Mayo, Junio y Julio van desde 22.3, 11.4, 16.6 y 14.1 mm. respectivamente, correspondiéndose con las temperaturas media mas bajas, llegando a 6.2 °C en Junio y Julio. Para el lapso 1960-90 los meses de Mayo, Junio y Julio muestran la misma relación.

IV
PERIODIZACIÓN: RESEÑA SOBRE LOS PRINCIPALES TRABAJOS DESERTIFICACIÓN Y OVINOS EN LA PATAGONIA

La introducción del ganado ovino en la Patagonia se produjo hacia fines del siglo XIX como consecuencia de un desplazamiento, hacia tierras menos fértiles, de este tipo de animales que habían sido introducidos por los europeos en la región pampeana . La pampa húmeda quedaba liberada para poder realizar otras actividades más rentables como cultivo de cereales o ganadería vacuna.

Al ser las ovejas un tipo de animal con una alta adaptabilidad a ambientes extremos (bajas precipitaciones, bajas temperaturas, poca biodiversidad para alimentación) y al no tener competencia por el uso alternativo del suelo, fue posible una veloz dispersión por todo el territorio patagónico.

En los años 40′-50’se llegó a tener la mayor cantidad de ovinos en la Patagonia. Desde ese momento, el número de ovejas descendió pasando de tener 22 millones de cabezas en los años 50′ a una majada de 14 millones en los 80′.

La caída paulatina en el precio que se pagaba por la lana en el mercado internacional a partir de la década de 1950 trajo aparejado una intensificación por parte de los productores patagónicos del pastoreo procurando mitigar las pérdidas en rentabilidad. Esta caída en el precio se debió a una sobreoferta y al creciente desarrollo de sustitutos de la lana por medio de fibras sintéticas que provocaron la caída de la demanda mundial de lana.

En lo que concierne a la carga animal en la Patagonia extrandina ya en 1904 Clemente Onelli expresaba que el pastoreo de un número excesivo de animales producía destrucción en los campos. Opinaba que para reutilizar estos campos eran necesarios cinco o seis años de descanso del mismo (o sea sin pastoreo ni agricultura).

Por otro lado, en la segunda década del siglo XX, Bailey Willis (1857 – 1949) también mencionó la necesidad de reducir la carga animal sobre los campos. El ganado sencillamente impedía que las plantas generaran semillas y por ende no se generaba la reproducción natural. Willis, topógrafo norteamericano que recorrió extensamente la Patagonia, manifestó que las tierras de los alrededores del lago Nahuel Huapi ya se hallaban repletas de ganado para 1914 (habiéndose iniciado el pastoreo en el lugar alrededor de 1890).

En 1927, Ferro, en la provincia del Chubut menciona la necesidad que los ganaderos reconozcan que los pastizales son el verdadero capital de los productores.

Hacia mediados del siglo XX, Fiorda llamó la atención sobre la erosión que se estaba llevando a cabo sobre los campos desnudos por exceso de pastoreo. En 1951, Aurer publica un trabajo sobre la conservación de recursos naturales en la patagonia, analizando entre otras cosas, el impacto que tuvo la introducción del ganado ovino sobre el suelo y la vegetación asociada. Sin embargo, uno de los más importantes pioneros en el tema es sin lugar a dudas el ingeniero agrónomo Alberto Soriano, quien en 1945 pone en marcha una serie de estudios sobre estas cuestiones.

Son numerosos los artículos que publicó en la década del 50′, por ejemplo en la Revista de Investigaciones Agrícolas respecto al sobrepastoreo y su incidencia sobre la vegetación patagónica. Sus estudios representan las bases de una gran cantidad de investigaciones que empezarían a desarrollarse en los 60′ aunque en mayor medida en los 70′ y 80′ (como veremos mas adelante, ya con proyectos concretos por parte del Estado Nacional).

En 1961 se empezó a reunir información sobre distintos focos de erosión en Santa Cruz, varios de ellos iniciados por la sobrecarga de ganado ovino. Técnicos como Castro u Orst Thierauf[2] desarrollaron tecnologías para el control de los procesos más avanzados de la desertificación: dunas y médanos.

Una de las primeras instituciones creadas en territorio patagónico, que se ocupó del tema, fue el INTA Bariloche. Su creación fue en 1967 en el marco del Proyecto FAO-INTA (1967-1973). Su finalidad principal era el estudio del incremento de la producción ovina en la Patagonia. Desde mediados de los 70′ hasta el año 1985 fue sede del Centro Regional Patagónico, del que dependían las Estaciones Experimentales Agropecuarias Trelew y Santa Cruz.

En 1972 se crea IADIZA (Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas), teniendo un grupo de investigación sobre desertificación[3] en la región Patagónica.

A escala global es pertinente citar algunos acontecimientos que dieron el empuje necesario para la organización de programas desarrollados por el Estado Nacional, las provincias y algunas instituciones nacionales e internacionales:

En 1972 se celebró en Estocolmo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano. Allí se decidió la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Los estudios llevados a cabo por este programa se reflejarían en 1977 en la 1ra Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desertificación (UNCOD), en Nairobi (Kenya).

Es en esta última conferencia que Argentina presenta una solicitud de cooperación técnica internacional para la lucha contra la desertificación, centrada principalmente en la Patagonia. Es así como posteriormente nació LUDEPA (Lucha contra la Desertificación en la Patagonia), una cooperación argentino-alemana, entre el GTZ (Organismo de Cooperación Alemana) y el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria). El proyecto comenzó en 1990 y representa uno de los más importantes trabajos que se haya llevado a cabo sobre la desertificación en el sur de la Argentina.

Antes de llegar a la década del 90′ es importante mencionar dos leyes que incidieron en las políticas públicas hacia el sector productivo-ovino de la región: La ley 22.154 de 1980 de Reactivación Económica para el Sector Agropecuario de la Patagonia y la Ley 22.428 de Fomento a la Conservación de los Suelos, en 1981. A partir de esta última se han incorporado una importante cantidad de hectáreas de suelos degradados bajo manejo conservacionista y se han creado numerosas áreas protegidas.

Por otra parte, en 1985 fue importante en la región patagónica la creación de EEA Santa Cruz (Estación Experimental Agropecuaria)[4] en la ciudad de Río Gallegos. Aquí los primeros esfuerzos se orientaron exclusivamente al manejo de pastizales y al desarrollo de sistemas mejorados de producción ovina, pero con los años las temáticas se fueron ampliando.

Asimismo, en 1989 un conjunto de instituciones públicas y privadas crearon el PRECODEPA (Proyecto de Prevención y Control de Desertificación en Patagonia). Entre los principales participantes estuvieron la provincia de Santa Cruz y el INTA.

Hasta el fin de la década de los 80′, los esfuerzos estuvieron concentrados en controlar la desertificación atacando los focos erosivos mas graves, sin tener en cuenta procesos medios o incipientes de mayor escala.

En 1992 se desarrolló en Río de Janeiro la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo (UNCED), siendo el tema de la desertificación uno de los tópicos más discutidos. Entre las conclusiones que se dieron se propuso elaborar instrumentos específicos para la lucha contra la desertificación en los países subdesarrollados[5].

Argentina se suscribió en 1994 a la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, ratificada en 1996 por el Congreso de la Nación, mediante el dictado de la Ley 24.701. La Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable (SAyDS), perteneciente al Ministerio de Salud y Ambiente fue la autoridad de aplicación en materia ambiental de dicha ley y consecuentemente es el Órgano de Coordinación Nacional (OCN) a través de la Dirección de Conservación del Suelo y Lucha contra la Desertificación. Es así que en nuestro país se instrumenta el Programa de Acción Nacional (PAN) de Lucha contra la Desertificación.

La interacción de los dos proyectos, LUDEPA y PRECODEPA, resultó ser muy fructífera. En 1995 ambos proyectos comenzaron una segunda etapa conocida como “Proyecto de Prevención y Control de la Desertificación para el Desarrollo Sustentable de la Patagonia” (PRODESAR), asegurando la participación del GTZ hasta 1998. El proyecto finalizó en 2002.

En abril del 2001, se promulga la Ley para la Recuperación Ganadera (Ley 25.422) destinada adecuar y modernizar los sistemas productivos de los ovinos. Esta ley tiene más que ver con objetivos de mejora de la productividad inmediata y no hace hincapié en el manejo de los campos, que sería fundamental para poder mantener la sustentabilidad de los mismos.

Dentro de las actividades enmarcadas en el PAN, en el 2004 se inicia otro proyecto en el que participan instituciones como SAGPyA, INTA, CONICET, GTZ y Universidades. El proyecto en cuestión es “Manejo sustentable de ecosistemas áridos y semiáridos para el control de la desertificación en la Patagonia” (Proyecto GEF).

Además del ya mencionado Programa de Acción Nacional (PAN) de Lucha contra la Desertificación se comenzó a desarrollar el proyecto Evaluación de la Degradación de Tierras en Zonas Áridas (LADA de alcance mundial llevado adelante por la Dirección de Fomento de Tierras y Aguas de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) orientado a evaluar el alcance de la degradación de las tierras secas del planeta y las razones de este fenómeno.

Otro proyecto realizado en conjunto entre el INTA, GTZ y SAyDS es el PRODESER, “Desarrollo Sustentable de las zonas áridas y semiáridas en la Argentina para la Prevención y el Control de la Desertificación” con similares objetivos y características que los anteriores de las mismas instituciones.

Por último, y como dato anecdótico, mencionamos que el día 17 de junio de 1997 se instituyó como el Día Internacional de Lucha contra la Desertificación como una forma de llamar la atención acerca de la gravedad de estos procesos. Estas actividades de los centros de investigación y desarrollo del sistema científico – tecnológico, tanto nacionales como provinciales, han permitido alcanzar un alto grado de conocimiento del medio regional y su problemática. A raíz de los avances tecnológicos (imágenes satelitales, instrumentos de medición, etc.) se han desarrollado técnicas adecuadas para combatir la desertificación y su correlación en esta región con la sobrecarga ovina.

V
PERSPECTIVAS SOBRE LA PROBLEMÁTICA

Al comenzar a analizar la bibliografía existente sobre los ovinos y su relación con la desertificación, encontramos distintas líneas de investigación para el armado del estado de la cuestión. La mayor cantidad de trabajos existentes sobre el tema utilizaron un enfoque que llamamos ecológico-ambiental, aunque también se observan muchos estudios enmarcados dentro de la problemática socio-económica y en menor medida la socio-cultural.

Enfoque ecológico-ambiental

Lewis (1995) dice que cuanto menos biodiverso es un ecosistema, éste es más inestable ante cualquier cambio no compensando que se produzca en él. La acción antrópica tiende a simplificar éstos ecosistemas, siendo la oveja una especie introducida en la estepa Patagónica que ha degradado esos suelos de forma significativa.

En las décadas del 40′ y 50′, el Ing. Agrónomo Alberto Soriano empezó a notar cambios en la vegetación producto del pastoreo selectivo y excesivo por partes de los ovinos en la Patagonia. En su estudio de la vegetación patagónica (1948) ya mencionaba las modificaciones que producen en la vegetación los animales. Estos cambios fueron estudiados posteriormente por Borrelli, Cheppi, Iacomini y Ramstrom (1983, 1990). Ya con los adelantos tecnológicos y con el avance científico que se produjo a nivel mundial en referencia a estos temas, los autores desarrollaron metodologías para evaluar los pastizales en mayor medida en la provincia de Santa Cruz. Analizaron el patrón de retrogresión de una estepa de gramíneas medianas (coironal) a una estepa de subarbustos y gramíneas cortas. Otro trabajo un poco mas reciente relacionado con el tema es el de Ares, Bertiller, Bisigato (2003), quienes a escala del paisaje analizaron la intensidad de los cambios estructurales producidos en la vegetación por sobrepastoreo examinando parches de vegetación en Chubut. Relacionado con estos cambios en la vegetación, pero a diferencia de los trabajos anteriores, desde un punto de vista ecosistémico, Golluscio y Mercau (1994) añaden que un proceso de desertificación viene acompañado en la región por una xerofitización[6].

Soriano, Movia (1986), analizan que medidas, subsidios y acciones son posibles frente al proceso de desertificación. Aluden a que entre otras cuestiones que en el Plan de Reactivación Económica de 1980 no hubo indicios que traten el deterioro de los ecosistemas patagónicos procurando además de realizar un diagnóstico, proponer acciones de gestión ambiental. Estas cuestiones se retomarían posteriormente en los proyectos como el PRECODEPA (1989), LUDEPA (1990), PAN (1996), y otros que tendrían como finalidad contribuir al desarrollo agropecuario sostenible de la Patagonia, compatibilizando sus necesidades económicas con la sustentabilidad.

Castro (1983) ha dedicado muchos esfuerzos en su trabajo para el INTA estudiando los procesos erosivos desencadenados por los ovinos no solo por sobrepastoreo sino también por subpastoreo[7].

Uno de los temas que más se ha estudiado fue el impacto que tuvieron los ovinos en el deterioro de mallines en la Patagonia extrandina. Utrilla (2004), con la premisa de revertir el proceso de desertificación, propone un descanso primaveral de los mallines, como una estrategia de manejo válida para mejorar la ganancia de peso por hectárea de las ovejas bajo estudio.

La estimación correcta de la carga ganadera podría llegar a contribuir a detener algunos procesos de desertificación introducidos por el sobre pastoreo. Golluscio, et al (2008) propone métodos de estimación para obtener una correcta capacidad de carga en distintos ambientes. Con respecto a este tema, Henestrosa (1983) nos comenta una alternativa propuesta por la Fundación Vida Silvestre Argentina (FVSA) quienes junto al ambientalista William Conway (2006), proponen al guanaco como animal que podría reemplazar a la oveja, siendo el primero mucho menos degradante con el ambiente. Aunque el guanaco produce una menor rentabilidad económica, tiene otras ventajas desde el punto de vista ambiental[8] al reducir el impacto por pastoreo.

En cada manejo hay un cierto grado de incertidumbre. Paruelo y Soriano (1990) analizaron brevemente la historia ganadera patagónica para luego dar indicadores de deterioro, analizaron la magnitud de las modificaciones sufridas por la vegetación en un estudio de caso en NO de Chubut y otras cuestiones referidas a un manejo adecuado del la ganadería ovina.

El término sustentabilidad jerarquizado a principios de los 90′ a nivel mundial, ha dado el puntapié inicial para una serie de estudios relacionados con la desertificación en la Patagonia. Mas allá de los 5 años de estudios del LUDEPA (1990-1995), Borrelli, Oliva y Rial (1994) analizaron la posibilidad de utilizar la carga ovina de forma sustentable, identificando áreas de degradación extrema y protegerlas del uso ganadero intensivo. Sobre este eje, podemos destacar que el INTA Chubut por medio del trabajo de Rimoldi (2004) añade que en ambientes como los patagónicos, con gran variabilidad climática[9] es preciso sacrificar una alta productividad por unidad de superficie si se quiere garantizar la sustentabilidad ecológica y económica del sistema.

A principios de la actual década, Borrelli (2001) incorpora la posibilidad de trabajar dentro de un enfoque sistémico, proponiendo la introducción de la TME (Tecnología de Manejo Extensivo)[10].

Paruelo y Aguilar (2003) explican como el uso combinado de modelos de simulación, sensores remotos y experimentos de campo ha permitido un avance en el análisis de los mecanismos y la magnitud del deterioro ambiental en zonas áridas. En este trabajo, los ecólogos responden al porque los ovinos causan sobrepastoreo en la estepa patagónica con un énfasis en la utilización de distintos modelos de simulación para tratar de evaluar el estado de la vegetación en particular y el ambiente en general. Del Valle en el 2003 y el mismo Paruelo dos años mas tarde, realizan dos trabajos de cómo la utilización de imágenes satelitales pueden ayudar a desarrollar metodologías de manejo del pastoreo en la Patagonia. El primer autor se centra mas en analizar las herramientas, los tipos de imágenes y otras características de los sensores que serían útiles para observar los procesos de degradación. Por otro lado, Paruelo (2005) analiza los primeros estudios realizados con sensores a finales de la década del 80′ y que luego tomaron mayor impulso ya en los 90′. El Proyecto conjunto Argentino-Alemán, LUDEPA, Lucha contra la Desertificación en la Patagonia se propuso, entre sus varios objetivos, aprovechar el avance de la tecnología de procesamiento digital de imágenes satelitales para cartografiar el estado actual de desertificación en la totalidad del paisaje patagónico.

La integración de dos proyectos de desertificación casi paralelos, PRECODEPA (1989) y LUDEPA (1990) fue de gran utilidad. Si a estos le añadimos el PRODESAR (1995), el PAN (1996), el proyecto GEF (2004) vemos como entre sus logros sobresale la instalación de la problemática de desertificación en distintos sectores de la sociedad (docentes, dirigentes agropecuarios, políticos y población rural y urbana en general). Con el objetivo de instalar el sobrepastoreo y la desertificación en la consideración social y discusión política, Oliva (2006), hace una revisión del estado de conocimiento sobre el tema, mencionando las opciones para frenar el avance de la desertificación y las perspectivas de la acción para su lucha y control.

Por último, podemos agregar que uno de los trabajos más completos sobre el tema lo representa el de González (2000), en donde explica todas las causas y enumera las consecuencias no solo ambientales sino también sociales y económicas que produce el efecto de la desertificación en la Patagonia en general y en Santa Cruz en particular.

Enfoque económico-social

En la Patagonia extrandina la explotación ovina se gesta y consolida entre la Campaña al Desierto y la Primera Guerra Mundial. El método de conquista, el genocidio de buena parte de la población indígena y el reparto de la tierra, estructuró la forma de producción.

Sin duda corresponde a Giberti (1980) el mérito de haber sistematizado una historia ganadera en la Argentina, introduciendo una periodización en la dinámica del uso de la tierra en la provincia de Buenos Aires identificando una etapa de merinización luego de la batalla de Caseros. Con el desarrollo a partir de 1876 y 1877 de la tecnología de carne, tanto enfriada como congelada, y la consiguiente posibilidad de exportar a Europa carne vacuna, el ovino fue desplazado parcialmente a zonas marginales, incluyendo la Patagonia.

Durante la década de 1970 los trabajos de Cortés Conde y E. Gallo, así como de G. Di Tella contribuyeron a enmarcar los cambios en la ganadería pampeana y patagónica en los ciclos económicos argentinos. La crisis en la producción ovina en la década de 1980, generó temas vinculados a aspectos socioculturales, trabajos por autores como Andrade, Bedacarratx y Álvarez (2008) intentando entender como patrones culturales, hábitos y actividades rentistas incidieron en la dinámica socioeconómica.

Es posible también notar el aumento de trabajos históricos como los de Beinstein (1994) puntualizando los aspectos sobre desocupación y migración rural-urbana y despoblamiento de la meseta patagónica.

Desde la década del 80′ fue creciendo la compresión de que la desertificación era un problema socioeconómico tanto en sus causas como en sus consecuencias. “El hombre es uno de los causantes y es quien sufre sus resultados” señalaba Liliana González (2000).

La conceptualización lograda a partir de marcos paradigmáticos de la ecología, permitieron entender la incidencia de los procesos antrópicos como causantes o desencadenantes de la degradación del suelo y la degradación vegetal (Movia, Soriano 1986). La menor disponibilidad forrajera que afectó la nutrición de la majada, la menor receptividad de los campos que afectó a los stocks ovinos y la disminución de la productividad, llevó a organismos nacionales e internacionales (C.A.P., INTA, GTZ, etc.) a plantear la compatibilidad de la ganadería extensiva con la conservación de la biodiversidad y del suelo.

A partir de los resultados obtenidos por proyectos como PRECODEPA se hizo impostergable la necesidad de modificar prácticas productivas.

Los trabajos de Cingonali, Noy-Meir, Renison y Cabido desde fines de la década del 90′, han avanzado en estrategias de compatibilidad de ganadería extensiva con políticas de conservación. La búsqueda ha estado dirigida a encontrar escenarios de compatibilidad, planteando si es posible un paquete tecnológico basado en una racionalidad en el uso sostenible de recursos. A partir de 1995 se inició PRODESAR, Proyecto de Prevención y Control de la Desertificación por el Desarrollo Sustentable de la Patagonia, impulsando la idea de sustentabilidad ya en auge a nivel mundial.

En el trabajo de Cingonali, Noy-Meir, Renison y Cabido (2008) se postula la necesidad de utilizar estrategias mixtas de manejo, considerando como difícil el mantener fórmulas únicas y uniformes de acción. Parece haber un creciente consenso en la necesidad de elaborar estrategias regionales que tiendan a las diversidades abióticas del ecosistema.

Desde INTA Bariloche por ejemplo con los trabajos de Castro (1983) y el INTA Trelew se ha procurado además desarrollar metodologías de manejo de médanos intentando paliar los efectos sobre infraestructura de transporte, áreas urbanas y tierra ganadera por la desertificación.

Acaso uno de los aspectos mas descuidados ha sido el de las condiciones laborales y denigrantes de los peones rurales, y con la dinámica de cierre de establecimientos, reducción del personal, migración rural-urbana a partir de los 80′, las condiciones socioeconómicas de este sector se vieron perjudicadas.

Enfoque sociocultural

Los trabajos que tienden a concentrarse en un análisis sociocultural son una minoría. Ejemplos de ello son Andrade (2002, 2003) y De Jong (2003). Desde sus respectivas formaciones, abordan el problema desde una óptica diferente a las otras líneas de investigación ya planteadas. Aunque existen diferencias entre los trabajos de ambos autores, es posible pensar que apuntan a tratar el tema desde otro ángulo, desde otra perspectiva, basados fundamentalmente en un análisis social. Andrade (2002, 2003) explica el problema del inadecuado manejo del suelo a partir de la introducción del ganado ovino en Patagonia, centrándose en el desconocimiento que los productores ovinos tuvieron y tienen sobre los procesos de degradación y erosión de las tierras. Para ello, Andrade pone énfasis en la identificación de la percepción que tienen los individuos afectados en este proceso, y propone un cambio en la mentalidad del ganadero, quienes atribuyen las causas de la crisis a factores ambientales y económicos ajenos a ellos. Por su parte, De Jong (2003) trabaja el problema a partir de un análisis de las relaciones sociales de producción a escala global, planteando la necesidad de clasificación de actores involucrados, y de su visión de la problemática. En este último punto es donde ambos trabajos encuentran semejanzas.

Andrade, en sus trabajos del 2002 y 2003 estudia las características que asume el proceso de desertificación en Patagonia, poniendo énfasis en cual es el conocimiento que los productores ovinos poseen sobre el origen de los problemas en sus campos. Comenta que si bien éstos reconocen el sobrepastoreo, a la hora de explicar la situación actual remiten constantemente a los bajos precios de la lana, cuestiones climáticas y depredadores como causantes. “La inadecuada visualización de la situación y de sus factores desencadenantes, o el adjudicar la crisis a variaciones climáticas, lleva a muchos productores a seguir manejando el campo como lo hacían tradicionalmente”. (Andrade, 2002). El autor plantea la necesidad de un profundo cambio en la mentalidad de los ganaderos, que debe conducir a no pensar que una mejora en los precios de la lana o disponer de un mayor número de animales mejore la situación, sino que es de vital importancia entender que es la condición del suelo donde esos animales se alimentan lo que ha tornado prácticamente inviable la explotación en su modalidad histórica.

Así las entrevistas realizadas por el autor, le proporcionaron la posibilidad de conocer la particular visión que los productores tienen de los elementos que intervienen en la crisis. En resumen, se exponen a continuación algunas de las respuestas que expusieron los entrevistados:

“Conspiración Climática”: en muchos productores aparece la idea de que el clima les jugó una mala pasada, lo que implica apreciar la situación actual no como un producto de una construcción histórica, de un proceso social, del cual ellos fueron participes.

“Naturalización del problema”: por un lado puede entenderse como “siempre fue así, nosotros no cambiamos nada”, y por otro fue la acción de un elemento natural, en este caso el clima, o erupciones volcánicas.

Aunado a ello, el escaso desarrollo tecnológico y el factor rentabilidad impide que en muchos casos se realice un ajuste de carga adecuado a la condición del pastizal. Las relaciones desiguales en el proceso productivo, lleva a la falta de incorporación de tecnología, y a la dependencia de precios internacionales. (Esta idea aparece también en el trabajo de De Jong que se expone a continuación).

Peralta (1995) agrega que la percepción incorrecta del real potencial de los pastizales y la carencia de una cultura productiva adecuada a la región impidieron, desde un principio, adecuar los manejos ganaderos. De esta manera, después de una etapa de crecimiento, el sistema comienza a evidenciar el deterioro en la disminución en la capacidad de carga.

De Jong, profesor e investigador en la Universidad Nacional del Comahue, pone en primer plano dentro de la problemática a los fenómenos de la pobreza, la miseria y la ignorancia, asociados en especial a “la forma en que se dan las relaciones sociales de producción en el contexto de las formas actuales de globalización que el sistema mundial polarizado impone a la apropiación de excedentes a esa escala, hecho que se verifica en la exclusión de importantes contingentes de productores”. (De Jong, 2007).

El autor plantea la idea que no puede tratarse el problema de desertificación en la Patagonia, sino es a través de una adecuada aproximación a la organización que esta particular sociedad ha impuesto al uso y manejo de los recursos naturales. Mientras en países desarrollados se protege cada día más el recurso tierra, con desarrollo de tecnología y subsidiando la producción primaria de manera tal que no implique una degradación de dicho recurso, en países como Argentina la situación es muy distinta. Los pequeños productores no cuentan con tales recursos, y el sistema de ventas no está institucionalizado, con lo cual el productor vende a un precio que está fijado en gran medida por el comprador a través de relaciones que muchos no se atreven a violar por miedo a no vender su producción. De Jong expone que si bien los productores pobres, o con economías de subsistencia, llevan adelante un manejo del ganado muy degradante y perjudicial para las tierras, este hecho obedece fundamentalmente a una cuestión de desigualdad social, con lo cual el problema de desertificación se ajusta a causas que exceden al productor lanero. Dichos actores sociales no tienen capacidad de acumulación, y a partir del empobrecimiento generan una contradicción insalvable entre ellos y el medio natural. En las explotaciones menores, las economías de subsistencia plantean serios problemas sociales (población aislada y marginada), económicos y ecológicos (el sobrepastoreo actúa como degradante de suelos). A este respecto, Liliana González (2000) afirma que existe una correlación entre la creciente pobreza y marginación social que arrastra consigo la desertificación afectando a las comunidades involucradas. El deterioro del hábitat físico, pocas vías de comunicación, falta de oportunidades de educación y salud, etc. actúan como agentes de involución económico-social, provocando en muchos casos el abandono de establecimientos y el éxodo rural. El mismo genera desarraigo, trasladando problemas sociales a las poblaciones que reciben las migraciones y deben reinsertarlas en sus ámbitos.

Una de las cuestiones que De Jong intenta responder es cómo es posible abordar el conflicto social sin conocer la razón de la liquidación de pequeñas empresas en algunas zonas de Patagonia Norte. Sucede que el sistema capitalista se ha globalizado y prácticamente no existen regiones del mundo que se puedan considerar fuera del sistema, donde se da un duro proceso de destrucción de importantes partes del capital fragmentado (pequeñas empresas), resultando en una alta tasa de concentración del capital, que afecta profundamente las economías regionales. Si bien se enuncia que la economía funciona en el libre juego de la oferta y demanda, en la práctica se ejerce un poderoso dispositivo regulador que favorece a un determinado proceso de acumulación en un contexto de fuerte regulación de la economía mundial.

Por lo tanto, interesa, según De Jong, clarificar las dimensiones del problema, clasificando las relaciones asimétricas que se encuentran en el origen del conflicto, tanto aquellas que responden al nivel local, como aquellas vinculadas a formas de apropiación de excedentes a nivel global. Además, se debe clasificar las visiones acerca del conflicto que tanto los actores individuales tienen (productores, empresas, etc.) como también las instituciones (gobierno, organismos técnicos, etc.). Quizá sea en este último punto donde quedan reflejadas las similitudes entre ambos autores.

[1] Según INDEC (1999).

[2] Aerotécnico nacido en Fulgor (Alemania) radicado en la Argentina siendo apenas un niño, demostró tener una visión precursora frente al problema de erosión en la provincia de Santa Cruz. Entre otras cuestiones participó en la redacción de la Ley Nacional de Conservación de Suelos 22.428.

[3] (http://www.cricyt.edu.ar/ladyot/)

[4] (http://www.inta.gov.ar/santacruz/)

[5]“Se pasó al primer plano el componente político ya que se consideró que los campesinos y pastores son también víctimas de las condiciones económicas, políticas y sociales y que sus esfuerzos por sobrevivir los llevan a un círculo vicioso de destrucción del ambiente” (Bercovich, P., et al, 1997).

[6] Los autores explican que el pastoreo reduce la cobertura de las mesófitas y, consiguientemente, la comunidad se xerofitiza.

[7] Exclusivamente en zonas de precordillera y cordillera.

[8] Sus patas anchas y blandas degradan menos la vegetación durante el pisoteo. Además, para alimentarse, los guanacos cortan las plantas en vez de arrancarlas de raíz como la oveja.

[9] Ver punto 3. Características de la Patagonia. Área y Clima.

[10] Este TME se define como un conjunto de prácticas que permiten optimizar la producción de lana y carne de los sistemas ganaderos basados en pastizales naturales asegurando simultáneamente la conservación de los recursos naturales involucrados.

Bibliografía

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